jueves, 12 de abril de 2007

José Luís Morante: 'Libro de inventario y arqueología submarina'

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LIBRO DE INVENTARIO
Y ARQUEOLOGÍA SUBMARINA
Por José Luis Morante



Arturo Ledrado (Madrid, 1959) nos mostró sus poemas iniciales en un libro de título premo­nitorio, Encuentro en Rivas, un trabajo colectivo que aglutinaba firmas conocidas e inédi­tas. Desde entonces ha desarrollado una amplia labor como editor y activista cultural y ha colaborado con frecuencia en medios de comunicación. Hace un lustro creó la Asociación Prima Littera y por eso, con frecuencia, su nombre ha estado más relacionado con la infraes­tructura del libro que con la producción de textos propios. Sin embargo, en él la escri­tura es vocación temprana como lo atestiguan los relatos ahora reunidos en Libro de Inventa­rio (Encuentro en Rivas, Madrid, 1999), carta de presentación en solitario rescatada de carpe­tas sepias y oscuros cajones, una entrega que bien podría titularse Cajas chinas.
Con prólogo de Norberto Romero, el conjunto acoge 22 textos de un amplio escaparate argu­mental y estilístico, como si hubieran sido escritos en tiempos y atmósferas sucesivas. Los hay que imitan la caligrafía solemne y sentenciosa de un informe funcionarial, como el titu­lado “En su defensa expone”; otros recuerdan relatos de tradición oral para alegrar las sobreme­sas del invierno, e incluso alguno corresponde a la percepción esteticista de una anota­ción de dietario –“Sinfonía azul” sería un buen ejemplo-. Otros son palimpsestos de algu­nos autores de culto como Julio Cortazar o Juan Rulfo, dormitan en zonas fronterizas en­tre el artículo periodístico y el relato minimalista.Entre estos cuentos y su poemario de presentación hay muchos lazos de parentesco y no po­cos caminos de ida y vuelta. El título de su poemario es Arqueología submarina cuyo sentido atestiguan algunos versos de su poema “Bajo llave”. En esta composición leemos:
“No vaya a ser que a cada instante
un objeto común y ajado nos recuerde
que ayer pasó,
que una parte significativa de nosotros
es ya materia de arqueólogos”.
Por tanto, su poética sugiere que la escritura aborda el rescate de las muertes domésticas que conviven con nosotros, como si fuéramos escombros de una civilización antigua que alguien reconstruye a partir de un le­gado semiderruido.
Abunda en los versos una simbología de la destrucción. Así el diluvio, esa lluvia copiosa que cuando amansa permite a la paloma regresar con una ramita de olivo en el pico; pero que ha libe­rado al basilisco que ha borrado del mapa unicornios y grifos y sirenas, ha marchitado sue­ños y esperanzas y ha dejado el nivel de las aguas en su cota de diario. Ninguna simbolo­gía implícita hay en la muerte, una de las obsesiones redundantes de Arturo Ledrado; la muerte como una puerta a la sombra, según explicita el poema “Fondos de inversión”.
Otro gran filón argumental del libro es la poesía urbana: la ciudad como entorno y latido, una aglomeración de coordenadas geográficas precisas, un Madrid arquetípico que acumula sole­dad y desarraigo, monotonía y horarios laborales, mendigos y rostros que se pierden para siem­pre al doblar una esquina.
Ambos libros se complementan y nos dejan las primeras fotos de una voz nueva a la que desea­mos los mejores itinerarios. Ilusión y oficio no le faltan.
José Luis Morante
Sin tiempo para mentar:
El veneno de las rosas de Pilar Narbón; Las mariposas azules de José A. Aguirre; Un rey golpe a golpe; Obra periodística de César M. Arconada.
TOMADO DE LAS PÁGINAS 46-47 DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', NÚMERO 9 DE JULIO DEL AÑO 2.001

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